Está en Nimes, en Francia, en la región de Langedoc-Rosellón. Se trata de una casa de campo, que conserva su factura de piedra original, y de la que es fácil enamorarse al primer vistazo. La razón es que destila sencillez y autenticidad, gracias a una decoración sobria pero efectiva, en la que se han utilizado materias primas de la zona y materiales de derribo. En la paleta cromática predominan los colores atenuados, deslavados, lo que imprime una pátina envejecida y una atmósfera romántica a la casa. El mobiliario procede de brocantes de los alrededores o pertenecen al propietario, vendedor de antigüedades.
¿A qué transmite un encanto especial?
(Imágenes Light Locations)
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